Visita guiada al Monumento a Colón

8 / February / 2017

Quizás sea la estampa que más veces hayamos visto representando a Huelva o anunciando la ciudad como destino turístico. Si hemos estado o estamos en Huelva, la habremos visitado o le habremos hecho una foto alguna vez pero… ¿a quién representa realmente esa estatua que hay en la Punta del Sebo, donde confluyen los ríos Tinto y Odiel y que en Huelva popularmente se conoce como Colón? ¿por qué y quién la hizo? ¿qué hay en su interior? Muchas dudas que despejar y que probablemente no conozcamos. ¿Te interesa saberlas?

 

Cada sábado por la mañana el monumento a Colón permanece abierto y gestionado por la empresa Platalea para que cualquier persona que hasta allí se acerque pueda conocer su historia. Además, a las 11 horas se realiza una visita guiada totalmente gratuita para conocer todos los entresijos de este monumento. Tan sólo basta con acudir allí para asistir a esta visita. Nosotros fuimos y nos recibió Diego. Fue quien nos descubrió todos los secretos que encierra este famoso enclave de Huelva.

 

Comencemos recordando la historia. Colón quiso hacer un viaje para ir a China pero navegando hacia donde el sol se pone; es decir, hacia occidente. Este navegante fue tomado por loco cuando presentó su plan de viaje. Se pensaba que la navegación que pretendía le conduciría solo hacia mares tenebrosos llenos de grandes monstruos. Colón pidió financiación para su viaje al rey de Portugal con idea de salir de las islas de Cabo Verde. El monarca le dijo que no. Entonces, y tras la muerte de su mujer, Colón decide venirse a Palos de la Frontera, en Huelva.

 

Varios motivos son los que lo trajeron hasta nuestra tierra. El primero de ellos era que en San Juan del Puerto vivía una hermana de su mujer, su cuñada. Eso permitió a Colón dejar a su hijo Diego al cuidado de sus tíos mientras él negociaba el proyecto. Otro motivo era que en el monasterio franciscano de La Rábida había un fraile que había estado destinado un tiempo en las Islas Canarias. Colón quería consultar si era posible hacer el viaje desde las Canarias ayudado por los vientos. Y el tercer motivo era que los mejores marineros de Castilla para la navegación oceánica eran los que estaban en esta tierra, destacando también Moguer.

 

Muchas negociaciones son las que tuvo que hacer Colón para conseguir la financiación para el viaje. El dinero finalmente lo pusieron los Reyes Católicos y Martín Alonso Pinzón. Mientras que el pueblo de Palos aportó dos carabelas. Las dos embarcaciones que el pueblo de Palos tuvo que poner a disposición del proyecto de Colón fue un castigo de los Reyes Católicos por incumplir el ‘tratado de Alcáçovas’. En ese tratado se decía que a partir de ese acuerdo, la navegación hacia África solo podrían hacerla marinos portugueses. Pero los marineros de Palos no lo acataron.

Muchas negociaciones son las que tuvo que hacer Colón para conseguir la financiación para el viaje

 

Finalmente, el 3 de agosto de 1492 a las 8 de la mañana Colón emprende su viaje con los tres barcos y toda su flota. Llegan a las Canarias y están un mes allí parados haciendo algunas reparaciones a los barcos. En torno al 8 de septiembre se lanzan de nuevo al mar para cruzar el océano. El 12 de octubre es cuando Rodrigo de Triana desde lo alto de la carabela Pinta gritó ‘¡tierra a la vista!‘. Llegaron así no a donde Colón quería llegar, que era a unas islas antes de llegar a China y Japón, sino que había descubierto un nuevo continente. Colón muere sin saber de su descubrimiento en Valladolid en 1506.

 

El origen de la estatua

Cuatro siglos después, en el año 1917 el abogado neoyorquino William H. Page decidió pasar sus vacaciones visitando los lugares colombinos. Unos años después de su visita, a este hombre se le ocurre que hay que dedicarle un monumento a Colón. Entonces escribió una carta a un amigo donde le dice que si existe una estatua dedicada a la primera mujer que cruzó a nado el Canal de la Mancha, tenía que existir otra para quién cruzó el océano uniendo los dos hemisferios de la tierra que no se conocían.

 

En su carta también proponía que fuese Gertrude V. Whitney su diseñadora. Es la autora del Monumento al desembarco de las tropas estadounidenses en Saint-Nazaire (Francia). Fue a raíz de ver esta obra cuando le surgió la idea. Esta escultora, que fue quien más tarde desarrollaría el proyecto del monumento a Colón, procede de la familia Vanderbilt, que es una de las más poderosas del mundo, aunque en Huelva es conocida como Miss Whitney.

Tenía que existir una estatua para quién cruzó el océano uniendo los dos hemisferios de la tierra que no se conocían

 

Finalmente se decide construir el monumento, que será un regalo del pueblo estadounidense al pueblo español. Se trata de un trabajo de 37 metros de altura construidos. La escultora decide ubicarlo en la Punta del Sebo, el lugar donde confluyen el río Tinto y el Odiel. El pedestal tiene las cuatro esquinas en bajorrelieve, cada esquina representa un continente, las cuatro esquinas del mundo antiguo: el continente europeo, el continente africano, el continente asiático y el continente americano.

 

La figura es una de las partes más conflictivas del proyecto, dado que, aunque se conoce como Colón, algunas han sido las voces que aseguran es un monje franciscano, pero esto nunca ha sido documentado. Lo cierto es que durante todo el proyecto, su nombre es siempre ‘Monumento a Colón’, e incluso, se crea el ‘Fondo para la memoria de Cristóbal Colón’. Unos días antes de su inauguración preguntaron a la escultora qué había querido representar. Ella respondió que no era una figura real de Colón, sino que era más bien un marinero anónimo mirando hacia el mar en el que había querido representar, con el símbolo de la cruz, la fe católica que los reyes quisieron llevar a las nuevas tierras. Por otro lado, un arquitecto amigo de Gertrude que siempre trabajó en la obra, aseguró que era Colón.

La escultora dijo que no era una figura real de Colón

 

El interior de la estatua es una estancia pequeña, de 36 metros cuadrados, a la que la escultora llamaba la capilla. La capilla está presidida por la escultura de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, que ella mismo esculpió, justo de frente a la entrada. Arriba de ellos se encuentra el escudo de Felipe el Hermoso, el monarca que reinó justo después de los Reyes Católicos. Bajo este escudo y tras la escultura de los reyes, hay tallado en la pared un mapa con la cartografía del mundo conocido hasta entonces, y en el que por tanto todavía no aparece América.

 

En la pared de la derecha está tallada una representación de las dos carabelas, la Pinta y la Niña, y la nao Santa María. Repartidos entre los tres barcos viajan noventa marinos. Sus nombres están tallados en la pared de la izquierda de la capilla del monumento.

 

Y en la cuarta pared, la de la puerta de entrada, se lee lo siguiente: ‘El pueblo de los Estados Unidos de América regalan este monumento al pueblo español como expresión de su amistad y buenos deseos para la nación cuya generosidad y visión hizo posible los descubrimientos de Cristóbal Colón. Escultora Gertrude V. Whitney. Monumento erigido bajo los auspicios del Fondo para la Memoria de Cristóbal Colón’. Además, en esta pared están tallados los nombres de las personas que aportaron fondos para que esta escultura pudiese llevarse a cabo. Eso sí, sólo los de los que aportaron 1000 dólares o más. En un artículo del New York Times se dice que el resto de nombres de la gente que aportó dinero, se inscribirían en un libro y se guardaría en algún sitio del monumento. Hasta el momento no se ha encontrado ningún indicio de que este libro exista.

 

Anhelamos que en un futuro los visitantes podamos también conocer la parte subterránea del monumento. Actualmente puede verse hueca a través de una trampilla en el suelo. También la parte interna de la estatua, que parece que esté hueca si se mira a través de un agujero que hay en el techo de la capilla.

 

Esperamos que en esta actividad, nada ajetreada pero muy interesante, hayas podido conocer las curiosidades y entresijos que se esconden tras la estatua que se alza en la Punta del Sebo de Huelva. Es, sin duda, una de las estampas más típicas y reconocibles de la ciudad.

 

Comparte este contenido

Facebook Twitter Whatsapp