Viaje en tren a la Luna (Riotinto)
Nos hemos subido a un medio de transporte que tiene un porrón de años. Si te digo que nos hemos montado en tren puede que no te sorprendas mucho. Pero si te cuento que nos hemos subido a la locomotora de vapor en funcionamiento más antigua de España, ¿cómo te quedas? Esta preciosidad está en Huelva, en concreto en el pueblo de Riotinto, y es toda una experiencia.
Nuestra visita a Riotinto ha sido muy fructífera y lo primero que hacemos al llegar es montarnos en el antiguo ferrocarril turístico. Son varios trenes los que recorren el paisaje minero y nosotros nos hemos apuntado al que nos parece más especial: el ferrocarril de vapor.
Sólo sale una vez al mes, en concreto el primer domingo de cada mes, entre los meses de noviembre y abril. Hay que estar pendiente y aprovecharlo. Cuando el calor aprieta y el riesgo de incendio crece, por motivos de seguridad medioambiental este paseo turístico se suspende hasta la nueva llegada de los fríos.
Es una alternativa genial de fin de semana, para hacer con amigos o familia y aprender un montón de nuestro patrimonio industrial de marcada influencia inglesa. Por un precio estupendo puedes además acceder a paquetes que engloban el Museo Minero, Peña de Hierro y la Casa 21, en el barrio victoriano de Bella Vista (¡no te pierdas nuestro artículo!). Si además vas en grupo, las tarifas bajan considerablemente.
Llegamos al museo a las doce y media de la mañana y allí amablemente nos indican cómo llegar con nuestro coche al punto designado para coger el tren.
Es una alternativa genial de fin de semana, para hacer con amigos o familia y aprender un montón de nuestro patrimonio industrial
A unos nueve kilómetros se encuentra este apeadero turístico donde empieza la magia del momento. Un montón de peña se arremolina para captar la mejor instantánea de esa máquina que está ya preparándose con su carbón a pleno rendimiento.
Está todo muy cuidado. La estructura de madera externa de los vagones, pintada de un gris azulado precioso, da paso a un interior de bancos, también de madera, que se pueden mover dependiendo de la visión del paisaje que queramos tener. Podemos elegir ir a favor o en contra de la marcha. El techo y los interiores son una pasada. Pintados de un amarillo intenso, quedan genial en cualquier selfie para subir a Instagram o Snapchat. O si eres más viejuno, a Facebook.
El olor es característico. Nos transporta a épocas pasadas y nos permite recrear cómo debían ser esas despedidas tristes, pañuelo en mano, o llegadas emocionantes cargadas de abrazos y besos. Sí, hemos visto muchas pelis, y ahora nos vienen a la retina todas de golpe. Las escenas de tren han sido bien explotadas en la industria del cine. Nosotros ahora estamos dentro de una de ellas.
Vista, olfato, y no podía faltar el oído para sentir este pedazo de Huelva
La locomotora a vapor anuncia su salida con el característico silbido que todos tenemos en mente. Ése que en tiempos pasados ha sido símbolo de vida, del eterno retorno, del fantasear con el viaje. Y estamos a punto de partir en uno mágico. Antes de la llegada del ferrocarril, para transportar el mineral o abastecer a la zona se usaban mulas o carros de bueyes. Ya en el Buitrón se cogía el tren que llegaba hasta San Juan y de ahí al Puerto de Huelva. Pero imagínate la odisea. Cuando los ingleses llegan empiezan a tomarse en serio esto del negocio minero y plantan la primera semilla seria de la revolución industrial de la comarca. Hablamos de 1875, año en que finalizó la construcción de este proyecto.
A finales de los 60 la vida slow va tocando a su fin. Llega el tiburón, el autobús, y se acaba la magia del silbato del tren. Gracias a la Fundación Río Tinto tenemos aquí para disfrute de todos una muestra de nuestro patrimonio histórico minero. El paseo abarca 12 kilómetros, que se recorren en hora y media, con una parada para reajustar la máquina en la que los pasajeros podemos darnos una vuelta a pie por ese paisaje espectacular, muy singular, y más parecido a la luna, o más bien a Marte, que a nuestra sierra.
Es un paisaje espectacular, único en el mundo, y más parecido a la Luna, o más bien a Marte, que a nuestra Sierra
De hecho, los parajes que recorremos son objeto de numerosos estudios llevados a cabo por agencias tan importantes como la NASA o el CESID. El río Tinto, que va acompañándonos durante todo el trazado, es una ecosistema completo único en el mundo. Tiene una acidez altísima y reúne una gran cantidad de metales pesados. Puedes pensar que es debido a la acción directa del ser humano y los agresivos procedimientos para extraer el mineral.
Nada más lejos de la realidad. Los procesos industriales mineros han dejado tras de sí un paisaje irrecuperable en lo medioambiental, pero el río Tinto es una frikada desde su nacimiento natural en acuífero. Alberga vida, aunque no la que acostumbra a vivir en otros ríos. Aquí no hay peces o ranas, pero sí una serie de microorganismos que necesitan de esas condiciones para desarrollarse. Se cree que en Marte pueden encontrarse estos mismos microorganismos. Por este motivo el proyecto Moonwalk viajó hasta aquí para hacer un simulacro con trajes espaciales y robots que podrían viajar hasta el planeta rojo.
Y así va transcurriendo nuestro trayecto, entre una tierra herida y bellísima, por lo peculiar. Una historia con no poca sangre derramada, llena de cicatrices, de episodios violentos, en el que sobresale el Año de los Tiros (1888). Montañas de fundición como caparazones de tortuga, escorias que no se pueden eliminar ya, locomotoras con nombres tan románticos como las Gildas, la Matafogoneros o La Maldita; grúas de sangre o el acceso al túnel del lugar más largo bajo tierra, de nada menos que siete kilómetros y medio.
Montarse en el ferrocarril minero de Riotinto es aprender de golpe una buena parte de nuestra historia. Así que… que no te lo cuenten. Visítalo y si tienes niños, dales la oportunidad de acercarse de manera práctica a esta parte de nuestro pasado. Mejor que un día en el cole.